Un dibujo de Nelson Mandela será subastado

Entre 60.000 y 90.000 dólares. Es el precio de salida para un dibujo de Nelson Mandela en el que retrata la cerradura de su celda. El ex presidente, protagonista absoluto de la historia surafricana, dibujó el metal de la isla de Robben años después de jubilarse como presidente. Estuvo allí 18 años. 18 latigazos que marcan a fuego la historia de la infamia. Desde el entorno de la familia refieren que entre los pasatiempos favoritos del Mandela retirado de la política activa figuraba el dibujo. Tomó clases y dedicó muchas horas a rememorar los contornos y sombras de la cárcel. Algunas de estas piezas, de un virtuosismo dudoso, de una importancia histórica incuestionable, fueron publicadas en sendos libros de litografías en 2002 y 2003. My Robben Island y Reflections of Robben Island.

La casa de subastas, Bonham, reproduce las palabras de uno de sus hijos, Makaziwe Mandela, que explica: «Cuando mi padre se retiró como presidente, no tenía mucho que hacer. Creo que para él el arte fue una buena manera de expresarse o tratar de llegar a un acuerdo con su historia y sus demonios». Los responsables de la sala explican que «pintó bajo la atenta mirada de su profesora de arte, Varenka Paschke, quien colaboró con la composición básica de los bocetos y el método de las aplicaciones de color. Se completaron alrededor de veintidós bocetos que incluían imágenes que encontró significativas durante el período de su encarcelamiento en la isla».

También reproducen unas palabras del propio Mandela, que en 2002 comentó que «hoy, cuando pienso en Robben Island, lo veo como una celebración de la lucha y un símbolo de las mejores cualidades del espíritu humano, más que como un monumento a la brutal tiranía y opresión del Apartheid. Robben Island es un lugar donde el coraje resistió ante interminables dificultades, donde la gente siguió creyendo cuando parecía que sus sueños eran desesperados, un lugar donde la sabiduría y la determinación superaron el miedo y la fragilidad humana».

El islote de 5 kilómetros cuadrados, visible desde Cape Code y custodiado por salvajes corrientes marinas y la presencia ominosa del tiburón blanco, fue prisión desde el siglo XVII, destino final para los grandes jefes zulúes que pelearon contra los colonos europeos e infierno austral para cuantos pelearon en el XX contra el Apartheid. Pero Mandela nunca se recreó en la desgracia. Incluso cuando pintaba su vieja celda aspiraba a que «de la oscuridad surgiera un brillo, una luz tan poderosa que no pudiera ocultarse detrás de los muros de la prisión, retenida por barrotes o encerrada por el mar». «Incluso los sueños más fantásticos», añadía, «se pueden lograr si estamos preparados para soportar los desafíos de la vida».

“Por Julio Valdeón. – El texto original de este artículo fue publicado por La Razón-club en la dirección https://www.larazon.es/cultura/se-vende-la-carcel-de-mandela-HN22851503

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