El Mick Jagger de las subastas
Ya en otras ocasiones hemos mencionado que uno de los principales roles durante una subasta es el de Martillero, es decir, esa persona que coordina y conduce la venta en un remate o una subasta pública. En este terreno hay un personaje que se ha ganado el mote de el Mick Jagger de las subastas. Se trata del suizo Simon de Pury quien lleva más de cuatro décadas dominando el mercado del arte, y que ganó ese seudónimo gracias al periodista de Vanity Fair llamado Bob Colacello, el cual se cautivó con el dinamismo que Pury imprimía en el escenario de las subastas.
Su nivel de popularidad llegó a tal nivel que bajo el sello Turner se publicaron, en 2015, sus memorias en un libro titulado The Auctioneer: Adventures in the Art Trade (El subastador. Aventuras en el mercado del arte). En dicha publicación, Simon de Pury además de mencionar cómo se inició en el mundo de las subastas y el arte, también revela algunas premisas que aplica en las subastas presenciales que lidera. Por ejemplo, el hecho de colocar a los dos grandes rivales de la puja en diferentes puntos de la sala.
Recientemente también publicó la diez claves que ha aprendido en este tiempo. Aquí te las dejamos para el análisis y reflexión:
1. Amar lo que haces
Como siempre digo… Si te gustan los caramelos, lo mejor que puedes hacer es trabajar en una tienda de dulces. En mi caso, es con el arte.
2. Mantenerse siempre actualizado
Necesito descubrir cosas nuevas cada día para que mi trabajo no se convierta en algo rutinario. Afortunadamente, mi trabajo todavía es interesante y apasionante.
3. Competitividad
Es un campo extremadamente competitivo porque la clave del éxito es poder acceder a las mejores obras. Por lo tanto, debes ganar siempre dos batallas. La primera es obtener dichas obras para poder venderlas y la segunda es venderlas con éxito. No obstante, puedes perder la segunda incluso si has vencido en la primera.
4. La presión de subastar
Veo el trabajo de un subastador como el de un actor. Imagino que el pánico escénico que paso es como el de un intérprete, con la misma tensión y ansiedad. Diría que la diferencia es que, mientras que un actor tiene un papel que debe aprenderse, el subastador debe improvisar en cada momento e interactuar constantemente con su audiencia.
5. El público
Debes ponerte en sintonía con la audiencia, ser receptivo y medir su emoción. Por ejemplo, en una subasta puedes tener de 15 a 100 objetos, pero la gente sólo viene por uno. Es por eso que no quieres que se duerman, es necesario que lo hagas divertido. Aunque tampoco debes olvidar nunca que tu deber , como subastador, es con el vendedor. Al fin y al cabo, es quién ha concedido el objeto que está a la venta y quiere obtener el mayor precio por él.
6. Las estrategias
Creo que mi estilo es animado, extravagante y utilizo mucho el humor para mantener las cosas interesantes. Si haces todas tus subastas parecidas, el público se aburre. Trato de variar mucho, ciertos momentos requieren que hables rápido y otros que te tomes las cosas con más calma.
7. Cómo ha cambiado el mercado
El mercado del arte se ha convertido en algo mucho más global y ha provocado que haya cada vez más gente en el nivel más elevado. Esto ha hecho también que la competencia para hacerse de las mejores obras se haya vuelto mucho más intensa.
8. La motivación del comprador
Estoy convencido de que existen tantas motivaciones como coleccionistas. Algunos compran por pasión, otros por un instinto nato de coleccionismo, como inversión, para decorar su casa o por una combinación de todas ellas. Hay tantas razones por las que alguien compra una obra.
9. Comenzar una colección
Me convertí tarde en un coleccionista debido a que desde joven estaba rodeado constantemente por grandes obras de arte y no sentía la necesidad de tenerlas. Hasta que llegué a mis treinta no adquirí mi primera obra. Una vez lo hice, me enganché totalmente a ello.
10. Construir tu colección
Yo colecciono tazas de caricaturas y dinosaurios de plástico de un dólar que conviven con cuadros y esculturas. Estoy convencido de que las colecciones más interesantes mezclan diferentes tiempos históricos, artistas o precios, siempre creando un diálogo entre las piezas. Coleccionar es un proceso artístico en sí mismo y los grandes coleccionistas también son grandes artistas. Una colección tiene siempre la imprenta de la persona que la creó.